martes, 13 de junio de 2017

Psicopatía demoníaca.

Siempre juré que ya no me importabas. Desde la última vez que nos vimos, decidí que lo nuestro, por lo menos de mi parte, había terminado.
Siempre pensé que mi alma ya no sentía nada por ti, inclusive mi corazón te aborrecía... O al menos eso pensaba.
Cuando tomé la decisión de cambiar de vida, de dejar la oscuridad en la que me sumías, sentí alegría, una alegría como nunca antes. Habías dejado de visitarme, de molestarme. Por fin tendría una vida normal.
Incluso pude formar una familia. Conocí a alguien que me hizo sentir lleno, y a pesar de lo sumido en el dolor que me habías dejado, esa persona me rescató y me mostró lo que era es el amor. Jamás fui tan feliz.
Tuvimos dos hijos, un niño y una niña, realmente era todo como un buen sueño, y yo, no quería despertar.
Sin embargo, aquí estamos, nuevamente, tú y yo.  ¿Qué quieres de mi?
Todo te lo di. Aquella noche en la que me pediste acabar con todo, no lo dudé. Jamás olvidaré la mirada vidriosa de la que una vez fue la persona que más amé en este mundo, cuando ya, sin vida, aún la apuñalaba una y otra y otra vez, como a un costal relleno de carne. Ni mucho menos el como los niños nunca se resistieron al eterno sueño en que los sumergí con sus propias almohadas, uno por uno.
Y aquí estoy, y te veo caminar, gigantesco, monstruoso; con tus ojos más brillantes que nunca, y yo, miserable, no entiendo lo que buscas, no entiendo lo que quieres.