viernes, 22 de septiembre de 2017

A veces los héroes solo pueden brindar un pañuelo

Y allí estaba yo aquella noche, mirando el río desde el puentecito. Definitivamente, si quería acabar con mi vida, este no era el lugar indicado, lo más que podría llevarme de ello era un buen chichón.
Pero me alegraba en parte saberlo. Quería dejar de vivir, pero no quería acabar con mi vida.
La luz del alumbrado público me iluminaba las espaldas y dejaba mi rostro sumido en las sombras, entonces, ¿Cómo supo ella que estaba llorando en aquel instante? Debía de ser un ángel (o tal vez escuchó mis bramidos y se apiadó de mi), la cuestión es que, allí apareció ella, con su mirada hermosa, su sonrisa cálida y un pañuelo blanco. "Yo sé que la vida es dura - me dijo - pero no se vale rendirse".

Cada vez más cerca de ti

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